Caminé por las calles de Iztapalapa en busca de El libro vaquero. Hubo periodiqueros que me miraron extrañados cuando les pregunté por él. Muchos aseguraron que ya no les llegaba. Después de un rato creí que no lo hallaría hasta que me encontré con un gran puesto.
En él había cajas de dulces que convivían en una especie de armonía churrigueresca con revistas viejas pero bien conservadas y los periódicos del día. Entonces los vi. Junto a paquetes de gomitas enchiladas había una pila de libros delgados y con portadas llamativas. De inmediato saltó a mi vista un nombre: El libro vaquero.
Eran ejemplares pasados pero en perfecto estado. Cada uno costaba apenas $5.00. Compré seis y comencé a hojearlos. No eran los libros pornográficos e indecentes de los que había oído hablar sino historietas ambientadas en el lejano Oeste a finales del siglo XIX.
Durante los últimos años de la década de 1970, Rafael Márquez, director general de Novedades Editores, habló con el escritor de radionovelas Mario de la Torre. Rafael quería una historia cuyo argumento se basara en la historia de amor entre una mujer y un vaquero.
De la Torre aceptó y, días después, presentó al director Racimo de horca. En este, un grupo de bandoleros asaltaron un tren que llevaba grandes cantidades de oro. Sin embargo, el encargado trató de resistirse y terminó acribillado. En medio de esta pesadilla, surgió la historia entre Mariana, la hija del difunto, y el pistolero Tom Stacey, quien haría hasta lo imposible por vengar la muerte del padre de la mujer que amaba.
Finalmente, el 23 de noviembre de 1978 salió a la venta el primer número. Además, se convirtió en la primera historieta mexicana en tener un formato de bolsillo (13×15.5 cm). También se le cambió el nombre por El libro vaquero y, debido a su bajo costo, practicidad y al escaso tiempo que necesitaba para ser leído, comenzó a ganar popularidad entre los mexicanos.
Llegaron los años 80 y con ello, El libro vaquero consiguió la cima del éxito. En aquella época dorada el tiraje fue de 1.5 millones de ejemplares por semana. No obstante, con el paso del tiempo y debido a la sensualidad de sus portadas, la historieta ganó mala fama. La gente de “buenas costumbres” se refería a él de manera despectiva.
Después de más de dos décadas, el rumbo de aquella popular historieta cambió. Y es que, el 31 de diciembre de 2002 Novedades Editores cerró sus puertas. Así que, posteriormente, El libro vaquero pasó a ser parte de HEVI Editores.
A partir de entonces, se inició un esfuerzo por reivindicar a El libro vaquero. Fue así como se decidió que los guionistas fueran escritores reconocidos por “la calidad de su narrativa”. Así, esta novela gráfica popular estaría respaldada por figuras consagradas.
Por otra parte, no está demás señalar que, aun en nuestros días, El libro vaquero continúa siendo de los libros más leídos en nuestro país –si no es que el más y esto, es importante mencionar, sin recurrir a grandes esfuerzos publicitarios–.
Aunque, como mexicanos debemos atrevernos a romper los prejuicios que rodean a este universo de la historieta y darle una oportunidad, seguramente, si lo hacemos, podremos comprenderlo.
Es innegable, con el paso del tiempo, El libro vaquero se convirtió en un referente de la cultura popular. No era raro ver, sobre todo a los hombres, en el transporte público u otros lugares a personas inmersas en la lectura de las historias del viejo Oeste que incluían una gran cantidad de sensualidad pero sin llegar nunca a ser sexo explícito. La idea era dejar algunas partes a la imaginación de los lectores. Aun así, se volvió común esa frase de “los mexicanos no leen más que El libro vaquero“.